8.5.06

CON TELEFONOS OCUPADOS, PINCHADOS Y CAIDOS


A Pedro Corral, un hombre ya maduro cuando Century 21 recibió el primer llamado, una década después la implantación arrasadora de la WWW, casualmente de la mano de los mil millones de dpolares invertidos en publicidad para lanzar al unísono Windows 95 y el nuevo microprocesador de la Intel, lo pescó en el mismo cuartito del primer piso de la casita de Liniers, remozado el parque de la ferretería (hard), ahora discos duros cada vez de mayor capacidad de almacenaje y nuevo soft, pero no se apartó de la huella. Cobraba unos pocos pesos a los abonados y nada más. Pero fundamentalmente, a la par, en la Cabeza de Goliat y el GBA ya funcionaban caóticamente, peleándose, haciendo más de lo mismo, todos corriendo atrás de la pelota como partido de potrero, casi todos sólo de noche, más de tres mil BBBs.

Salvo excepciones, no eran hombres maduros, sino mocosos todavía con acné, arrasadoramente autodidactas formados en el circuito under de los crackers y hackers de entrecasa, que cuando mucho habían alcanzado la juventud. Demostrando que por algo eran argentinos: estaban fracturados en patotas, grupúsculos, alabándose los amigos de los amigos, ofrecían listados que aseguraban que eran actualizados y completos, pero donde sólo figuraban los compinches. A nivel virtual nada diferente del mapa político social previo al período de la organización nacional, si es que ésta existió alguna vez más allá de los buenos deseos y los discursos pomposos.

Como fenómeno global, ofrecieron algunas variables comunes que vale la pena tomar en cuenta. Muy pocos, contados con los dedos de la mano, funcionaban las 24 horas de los 7 días de la semana y eran multiusuarios. En estos casos, eran casi todos con soft comercial, pagada la licencia correspondiente, no impagas versiones shareware, y no todos muy accesibles a los bolsillos jóvenes. Pero no dejaban de ser bolichitos; algo así como polirrubros de la telemática. En cuanto al resto, borregada siempre autodidacta en su mayoría, también no pocos estudiantes de analistas e ingenieros de sistemas, eran una masa informe que aprovechaba la capacidad pasiva de los teléfonos domésticos, generalmente de noche y fines de semana, en una mazamorra típica de más de lo mismo y donde la inserción de clase los ubicaba en la clase media y media baja con sólo saber con qué equipo portaban y la capacidad de disco para almacenar programas para el intercambio, junto con el chat con el sysop y la mensajería, opciones siempre con el mayor raiting. Salvo rarísimas excepciones, no hubo especializaciones, aperturas culturales, una proyección de ese potentísimo medio comunicación hacia fuera, hacia el mundo, sino un regocijarse con el ombligo, tete a tete para la gente como uno. Igual que en otros terrenos, gran habilidad individual para manejar la pelota, hacer jueguito, gambetear en una baldosa y una total incapacidad para hacer un equipo, jugar en toda la cancha y aunque sea militar en Primera D.

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