8.5.06

LAS INSTITUCIONES, COMO DECIA EL GENERAL


Todo empezó, meses más, días menos, en 1984, como ya se repitió antes. En 1986, desde la subsecretaría de Justicia de la administración Alfonsín, un joven abogado rosarino que había estado exiliado montó la infraestructura para que la jurisprudencia argentina, para todo colega no muy zoquete y que tuviera computadora, pagando un cómodo arancel, tuviera acceso remoto a lo que de otro modo le llevaría semanas, meses, horas/hombre y quizá no lo encontrara nunca. Se trata de Rafael Bielsa, y en este sentido, aparte de una tarea pionera e invalorable, nunca debidamente reconocida como se merece, hizo la cosas un poquitín mejor que su hermano menor, El Loco, como DT de la selección argentina.

La otra gran aventura, lamentablemente fallida por la falta de permeabilidad del público y lo batata de un hardware que ya tenía polillas en un mundo en que cada vez lo de hace un rato pasa a la categoría de obsoleto, fue ACAmática, la red nacional que alcanzó a montar con magros resultados el Automóvil Club Argentino desde La Quiaca a la base Marambio, en la Antártida, sobre la estructura de ARPAC, la red especial para transferencia de datos con una casi decena de nodos en el mapa argentino. Corría a 1200 bps, una velocidad de vértigo para 1986, era gratuita para los socios del ACA y si, por ejemplo, un socio no vivía en Bariloche, donde había un nodo, sino en un pueblo de las afueras, por teléfono común se enganchaba al nodo, pagaba la tarifa común de ese tramo y se conectaba con el resto del país pagando los pulsos de llamada local.

La carga del material de TXT estaba dividido en boards (secciones, en este caso) temáticos, tenía 40 columnas (espacios) de ancho, no contaba con silabeador, y era como tratar de leer en un ticket de supermercado. Para colmo, el soft rigurosamente sajón no permitía apertura de preguntas y admiraciones, chau eñes, acentos chau y otros achaques mutiladores para la lengua de Castilla La Vieja. No obstante, como siempre es mejor algo que nada, jamás se la llegó a aprovechar en toda su plenitud y menos que menos como puntapié inicial. Recuerdo una charla con un pope de una cámara gremial del sector, que aparte de tener auto último modelo, casa en La Brava de Punta del Este, ideología ultraliberal y usufructuar la patria licenciataria, como lógicamente ser socio del ACA, en la institución que presidía se comunicaban poco menos que por señales de humo, más bien un contrasentido desde donde se lo mire si uno no toma en cuenta que en casa de herrero, cuchillo de palo, pero por qué no adherirse y tener un board propio en ACAmática sin costo algo, como le ofrecieron, máxime en una etapa de plano desarrollo y difusión.

-Mirá, Amílcar, tenés que ir aprendiendo algo. Lo que es gratis, tarde o temprano, termina siendo para pobres y es comunista. ¿Entendiste? Si nos enganchamos en algún sistema telemático, algo que lo veo verde, tendremos que hacer el esfuerzo de pagar los doscientos cincuenta dólares mensuales de Delphi o nada.

Nada, claro. Y ACAmática ni para pobres ni para comunistas. Se murió de soledad, inanición y abandono, haciendo señas, como el Penado 14. Encima, para rematarla, aunque cueste creerlo, gratuitos, como si fuera poco, dos excelentes BBSs fueron puestos en línea por la Biblioteca del Congreso Nacional, con soft excelente desarrollado por dos ingenieros de sistemas de la planta, y la Biblioteca Nacional.

Sí, creer o reventar: hay veces que hasta los funcionarios se equivocan y hacen las cosas como la gente y para la gente... Ahora, sé igual: tampoco les dan pelota porque no viene santificado de las metrópolis de turno.

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