8.5.06

Y LAS CONDICIONES ESTUVIERON TODAS DADAS



Son incontables y ocioso pasar revista a la cantidad de programas para BBSs que anduvieron circulando. Además, adaptado exactamente como un bonus track, todos los módem de marca, en el soft de telecomunicaciones que los acompañaba, traía uno que aunque miniaturizado hacía las veces de tal. No eran muy seguros a la hora de dejarlos conectados y con la máquina sin vigilancia por cualquier visita indiscreta que, más que terrorista, se tratara muy probablemente de papanatas que se pusieran a hurgar por tener alma de voyeur. El más famoso fue el del BitCom. Y sobre este particular hay una anécdota que nos pinta de cuerpo entero a los argentinos. En ocasión de tener que entregar una nota para una publicación técnica de Atlántida discretamente me deslizaron una línea telefónica que no figuraba en guía y que estaba colgada a dicho programa. Que cuando la tuviera la mandara por módem y me ahorraba el viaje hasta el viejo edificio cerca de la Aduana. Aunque no era un archivo voluminoso, por acto reflejo, lo comprimí con el PKZip y lo mandé. Al otro día me llaman de la revista, desesperados por el cierre, que no había llegado, qué había pasado, etc. Ya me había extrañado al ingresar que no me pidiera que me identificara como usuario, pusiera una clave y esperara la autorización, pero como conocía que el BitCom, como todos, podía configurárselo para que se entrara directamente, el secreto debía estar en el número de teléfono. Pedí que me dieran con el encargado de controlar los sistemas, me pasaron el interno y le dije de mi extrañeza.

-Sí, lo vi –fue la respuesta inmediata, bastante grosera y enojada-. Era un paquete comprimido .ZIP.

-¿Y por qué no se lo pasó a Fulano? –El nombre del secretario de redacción que tenía que recibir el material.

-Mire, yo no sé si usted conoce acá, si es la primera vez que trabaja o qué. Yo tengo cómo descomprimirlo, pero por la mierda que me pagan y tengo que controlar sesenta máquinas, si sabe algo de esto el programa encima es trucho porque la copia pirata la puse yo, así que todo me importa un carajo. Si es por mí, los Vigil se pueden ir todos a la puta que los parió. Si quiere mándelo de vuelta como TXT común o tráigalo a mano. Yo no le voy a hacer el trabajo gratis a nadie, menos a estos cabrones.

Colgó con cierta brusquedad aquel proletario con conciencia revolucionaria gremial a la argentina. Atrás ya había quedado el Proceso con todas las letras, cuando los Vigil(antes) de La hormiguita viajera mandaban visitadores sociales a los que aspiraban a entrar como periodistas, le revisaban el departamento y si encontraban una bombacha, un corpiño o un clip de pelo y no había libreta de casamiento, ateos comunistas no entraban a ese sacro emplazamiento occidental y cristiano. Tampoco cuando al Príncipe Heredero, frecuentador de las noches alegres del Polideportivo de Olivos, lo agarraron con un Mercedes Benz 0 km., blanco como una novia o un traje de primera comunión, ingresado al país a nombre de un obrero paralítico, cosa de no pagar aranceles aduaneros y tuvo que pedir perdón por tevé.

Pero somos un país generoso, como dice un pensador del rubro Espectáculos. Era domingo a la noche, los hijos tienen la mala costumbre de comer todos los días, vestirse para no salir en bolas e ir al colegio, así que a pesar del día y la hora agarré el archivo con el .TXT crudo, le puse el número correspondiente al programa de comunicaciones remotas, ENTER y a mandarlo otra vez. Lo renombré por las dudas y lo envié de nuevo, pero cuando me daba el OK me dejaba en una pantalla con toda una serie de archivos también .TXT, con nombres que sonaban familiares y de entrometido, con el riesgo que una familia y editorial prestigiosa de tamaña envergadura me pescara con las manos en la masa voyereando cosas ajenas y me mandara en cana por andar hurgando, entré a abrir varios: eran las crónicas fresquitas de los partidos que se acaban de jugar por la fecha de primera división de fútbol. La edición completa de El Gráfico que iba a salir esa madrugada, para decirlo de una. Hubiera podido ponerle el cursor arriba de cada uno y darle a la tecla Supr y dejarlos como a Tarzán en la liana. No se puede negar que llega a ser tentador una venganza así, por más que sea ruin, barata, cobarde e impune, pero lo que me dejó más asqueado fue que una de las principales editoriales del país, con una publicación que en aquel entonces era una de las que más vendía, fuera tan miserable, pijotera y ranfañosa, con un acceso más fácil que a un gallinero de Villa Miseria. Ahí estaba la vera historia de las prestigiosas patronales argentinas y el uso de la tecnología de punta para facilitar la producción. Hasta que no les sirviera para dejar contingentes en masa en la calle y a los que quedaban, asustados como conejos, obligarlos a entrenarse en horas extras que no le pagaban y usar el soft sin reconocerles la especialización, no la iban a poner en marcha. Aunque cueste creerlo, por aquellos años, que no hace nada, casi ayer, los enviados especiales al exterior para cualquier publicación pasaban el material por teléfono o fax y el que recibía la llamada lo retipeaba. El uso remoto de la computadora, incluso de una home computer, desde la habitación del hotel y enganchada al televisor como pantalla, era absolutamente desconocido y despreciado. Luego, con este siglo, vendría la tara inversa: costosas notebooks al cuete porque es fashion, símbolo de status, sobre todo para salir en pantalla y reemplazar al viejo papelito que tildaban los locutores.

A la solidez y gama muy completa de aptitudes del PCBoard, muy difícil de configurar y dominar para los operadores y mucho más de piratear no pagando los derechos, la hegemonía casi total del RemoteAccess se vio barrida de una día para otro por la llegada de uno de las monarquías constitucionales europeas que se las traía. Ya los holandeses venían demostrando, sobre todo con el Terminate, un programa preferido de telecomunicaciones, sobre todo por los que siempre jugaban a los hackers, que además encriptaba y desencriptaba automáticamente los mensajes, contaba con una opción de un BBS elemental pero muy potente, pero el belga Philippe Laybaert irrumpió en 1991 con el ProBoard y la aptitud agregada de una opción llamada pexes, que reemplazaba a los doors en el sentido de ser miniprogramas dentro del programa general capaces de gatillarse con solo un comando, pero una alternativa que advirtió la que se venía: había pexes que se podian configurar internamente con el resaltado de palabras y/o comandos que a su vez llamaban a otro pexe que también tenía las mismas aptitudes, etc., etc., etc.

Eso se llama simplemente link, el encadenamiento. Ahí ya estaba el hiperTXT. Ahí ya estaba Internet en miniatura. Se pudo intuir, casi con angustia, la que se venía cuando Tim Bernes-Lee en 1995 soltó en el la World Wide Web (WWW) y el mundo pareció dar una gigantesca vuelta de trompo sobre sí mismo en materia de telecomunicaciones que, como si fuera poco, iban a permitir la multimedia y su casi mágica simultaneidad de TXTs con gráficos y sonidos. Pero esto iba a ser recién a mediados de 1995; había pasado casi una década, entre nosotros, de la patriada de los Corral, Movilevsky y Antonuchi, dos décadas desde la Altair 8800, la primera PC sin pantalla, teclado, ni sistema operativo, cargable a mano para hacer rutinas de lucesitas, y 17 años de la simple y maravillosa genialidad de Ward Chistensen, el físico por educación, programador de lavarropas (main frames) por profesión y electrónico por hobby.

Ya había otra historia. Recomencemos: todo fue por 1984, meses menos, semanas más. Que fue cuando apareció Los nuevos alquimistas, de Dirk Hansen, editado en castellano por el entonces matrimonio Sudamericana-Planeta, con la historia del Sillicon Valley desde la prehistoria del hombre, vaticinando que dos décadas es el período adecuado para medir la magnitud de un fenómeno en el terreno de la microelectrónica y que en ese entonces, 1984, cuando apareció el volumen, ya se estaba en condiciones de vaticinar que se trataba de la víspera de encontrarnos frente al dilema de una utopía electrónica o una pesadilla totalitaria.

Han pasado más años que el plazo estipulado. ¿Para qué lado se está inclinado definitiva e irreversiblemente la balanza?


Santa María del Buen Ayre, mayo del 2006.

estadisticas web